Los Alerces son algunos
de los arboles más viejos
del mundo. Estiran
despacio hasta el cielo, nunca
tomando una decisión rapidamente.
Dejan que el mundo pasa y siguen
fortaleciéndoso, sus raices cavando
en el suelo.
Escucho a la voz
de Violeta Parra susurrando “El musgo
en las piedras, y si si si” hasta cuando
llegamos en el refugio, y el dueño,
Marcos, tocando la guitarra. ecoa
la espiritu triste de su vecina chilena.
Nosotras cuatro- dos ingelsas, una escoscesa
y una estado unidense, intentamos de repetir
la letra que el dueño del refugio nos enseña,
pero las palabras se clavan en la garganta
y salen todo torpe como de niño.
El alma del alerce, lo sentimos, pero no lo
somos, y admiramos la dexteridad del dueño
y el llanto de la guitarra saliendo hasta el viento
que pasa en las hojas de los arboles mayores
del mundo.
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